viernes, 28 de diciembre de 2007

Tres años de Cromagnon...

UNA MURGA INTEGRADA POR SOBREVIVIENTES
(Extraida de la Pagina de Noticias de los Movimientos Popuares por e Cambio Social)

"Contar Cromañón con el cuerpo es nuestra herramienta de lucha"

Boletín quincenal Nº49 -

Por las características de su gestación, por la composición del grupo y, sobre todo, por los objetivos del proyecto, “Los Que Nunca Callarán” es una murga especial. Integrada en su mayoría por sobrevivientes de Cromañón, se conciben, ante todo, como una herramienta “para darle batalla a la impunidad y mantener viva la memoria”. Ana y Papo cuentan la experiencia y reivindican la combatividad de su identidad murguera: “Si hay algo que molesta al poder es que se luche con el baile, que la protesta sea sonrisa, y el reclamo una canción”.

La noche vibra cuando se acerca el carnaval
Salsa del pueblo que late con la percusión
Sale luchando a hacer suyas todas las calles
Sale del hambre, sale del frío y del horror
Nacidos de “aquella noche de humo sin permiso”

El ambiente murguero fue uno de los más afectados por la hecatombe Cromañón. Desde la necesidad de generar espacios de contención para sobrellevar las secuelas post 30 de diciembre, un puñado de integrantes de distintas murgas como “Pasión Quemera”, “Mala Yunta” y “Los Pegotes”, que tenían en común la pérdida de algún compañero/a, junto a algunos sobrevivientes que conocían de las marchas, convocan el 6 de noviembre de 2005 a un primer encuentro en la Plaza Los Andes del barrio porteño de Chacarita. “Al principio surge como un espacio donde poder canalizar, expresarnos, sin ningún objetivo específico, era ver qué onda, y dimos un taller de murga. Había muchos pibes hechos mierda, que no se podían reír, no se permitían bailar. Estaba la necesidad de transformar toda esa angustia en otra cosa”, cuenta Papo. La contención pasó a ser uno de los cimientos del grupo.
Por todos los que hicieron callar sin razónCanta este pueblo con fuerza y sin caerNunca se olvida de los ojos que no brillanSon el rocío en cada nuevo amanecer Al mes y poquito les proponen participar en un festival en homenaje a tres víctimas: Paula Anton y su hijita Agustina (de Mala Yunta) y Mauro Orrego (Pasión Quemera). “Así, medio a las apuradas, resolvemos conformarnos como murga, dijimos `bueno, salgamos con lo que podamos´”. El nombre fue una propuesta de Los Pegotes (“porque a pesar de las operaciones para desgastarnos y desmoralizarnos, no nos vamos a callar”). Los colores, rojo y negro, surgieron casi automáticamente "por la identificación con los movimientos en lucha". Debutan ese 17 de diciembre en Parque Patricios. Al otro día, actúan en Munro en otro homenaje a víctimas y el 23, en un festival de rock en Costanera Sur, también por Cromañón.
La murga sabe de pañuelos anudados30.000 hijos que no dejan de nacerNo tienen fechas los crímenes de EstadoSuceden tanto hoy como hace 30 años(fueron milicos o bomberos bien coimeados Picanas, gatillo fácil o las puertas con candados)Pero el punto de inflexión se da en la cuarta presentación, en la marcha por el primer aniversario de la Masacre, en la histórica Plaza de Mayo.

“No sabíamos cómo íbamos a reaccionar emocionalmente, pensábamos que no íbamos a poder salir, se nos partía el alma y había que cantar y bailar –relata Ana-. Ahí fue el clic: nos dimos cuenta que a través de la murga podíamos expresar nuestra bronca, nuestra dolor, nuestras ganas de cambiar este sistema de mierda que hizo posible Cromañón”, relata Ana. “Así fue como en la murga muchos pibes volvieron a disfrutar, a reír, volvieron a proyectar y a soñar –completa Papo-. Pudimos transformar ese dolor en alegría, en vida, en lucha...”.
Nunca te olvides de las balas sin permisoLos policías que se aprovechan del poderDel laburante que pelea un sueldo dignoDel mango que te falta para comer

-¿Hay una visión homogénea en el grupo en relación a Cromañón? ¿Qué coincidencias tienen?Papo: -Hay un consenso en cómo concebimos esto de “Argentina: República de Cromañón”: en no perder de vista que el eje principal son las responsabilidades políticas, la pirámide que empieza con Ibarra y pasa por una bocha de funcionarios y empresarios. En la complicidad del gobierno nacional. En que no fue un hecho aislado ni una tragedia, sino que es parte de esta Argentina y de este sistema que provoca tantos crímenes sociales.Ana: - En una de las letras decimos que “no tienen fecha los crímenes de Estado, suceden hoy como hace 30 años”. Hay ciertas bases que nos unen y que tienen que ver con sostener la lucha, con no hacer una cosa meramente recordatoria. La murga es contar Cromañón con el cuerpo, es una herramienta más de lucha. Y de una lucha que va mucho más allá de Cromañón.

-¿Y en relación a Callejeros?-Ana: En eso sí hay diferencias. En realidad, es el tema más conflictivo que atraviesa a todo el Movimiento Cromañón. Medio que se consensuó que no se toca porque generó muchos problemas, incluso peleas. Dentro de la murga también hay matices, algunos no los pueden escuchar más, otros siguen siendo fanáticos... Hay distintas opiniones en cuanto al grado de responsabilidad, pero todos acordamos en que los pibes no son asesinos.
El alma duele pero tenemos que bailar
El murgón trae toda su vida en nuestra piel
Una alegría que deja al bobo respirar
Afloja el cinto de esta puta realidad

Las siguientes presentaciones dan cuenta del tinte político que fue impregnando a la murga: actúan en movilizaciones y corsos independientes; en marzo organizan el "Festival Contra La Impunidad" en Plaza Congreso con la consigna “A 30 años, la misma impunidad”; en julio participan en la marcha por el aniversario del apagón en Ledesma, Jujuy. Su última intervención fue el fin de semana pasado en el “Cabildo Abierto de Juegos y Cultura” que organizó el Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía. “Es interesante llevar nuestro reclamo a cualquier barrio, a cualquier pueblo, llevar nuestra historia a mucha gente a la que sólo le llega lo que le meten los grandes medios, o sea una visión muy parcializada y engañosa”, expresa Ana.-¿Cómo viene el debate sobre el juicio que va a empezar?Ana: -Hay diferentes posiciones, para nosotros es bastante denigrante presentarse a un juicio donde sólo se va a juzgar a Chabán, Callejeros y algún comisario o “bombero loco”. No creemos en esta justicia ni en que el mismo sistema que mató a los pibes se juzgue a sí mismo.Papo: - Vamos a seguir peleando para que vayan todos presos, pero nuestra lucha es en la calle, cantando y bailando...

Bebiendo estrellas siempre nos vas a encontrar
Saltando alto aunque las piernas no nos den
Porque la murga es nuestra compañera
En esta lucha fiera que nos tocó tener
(vamos murgueros, no estaremos más solos
El brillo de este traje desde el cielo ya se ve) **
Crítica 2006

martes, 4 de diciembre de 2007

Macha Carnavalera...

La Plata, Diciembre 2007

11va MARCHA CARNAVALERA

“Carnaval en construcción. Resistencia y alegría”


MURGAS Y MURGUEROS:

Después de una 10ª Marcha Carnavalera, con todos los vaivenes, errores y aciertos que ha tenido (desde la organización como así también de los que nos han acompañado), volvemos a ponerle el cuerpo y apostamos a la CONSTRUCCIÓN, pensada y bancada entre todos. Por ello realizaremos la marcha nuevamente con algunos retoques que nos gustaría explicitar.

Desde la organización de la misma, entendemos a la Marcha carnavalera justamente, como dice la palabra, como una MARCHA, y no como un mero encuentro murguero y un fin de semana de caravana (aunque carnaval y caravana comiencen de la misma manera). Por esta razón, nos acompañan consignas que han sido construidas durante estos diez años de “lucha”: “ Contra la mishiadura murgas a la calle”; “Por panzas llenas y corazones contentos”; “Contra la represión, por el derecho a la alegría”; “ Por la educación publica”; “Por la salud publica”: “Por corsos libre y gratuitos”, entre tantas otras.

“Carnaval en construcción. Resistencia y alegría” ha sido la consigna elegida para este año, sin dejar de lado a las demás. Construcción en tanto entendemos que el carnaval debe ser construido por todos, consideramos que el mismo no es solo murguero (este año invitamos a otras agrupaciones artísticas o de carnaval para que nos acompañen no solo el día de la marcha, sino durante las plazas de premarcha y la fiesta. A quienes agradecemos profundamente). Que NO nos referimos, únicamente, a la recuperación del Feriado del Carnaval, sino de la Fiesta Popular. Resistencia, porque consideramos que es una pelea que debemos dar, no solo por el carnaval sino contra todas aquellas cosas que nos quitan y nos han quitado la alegría. Y por ultimo, pero no menos importante, Alegría, considerada no solo la herramienta con la que luchamos, sino como el lugar desde el cual resistimos.

Sabemos que esto no lo podemos hacer sin ustedes, murgas y murgueros de todo el país y más allá que se han acercado y nos han acompañado durante estos diez años, y con los cuales contamos nuevamente el 8 de diciembre.

La 11va Marcha Carnavalera se realizara desde Plaza Italia ( 7 y 44), todo por calle 7, hasta Plaza San Martín (más específicamente, calle 50 e/ 6 y 7)lugar que no ha sido seleccionado por simple casualidad, sino por que allí se encuentra la casa de gobierno, y la Legislatura Provincial. Así que están mas que invitados a acompañarnos en el reclamo y juntos construir Carnaval.

Además de la Marcha, desde tempranito, arrancan los talleres. Consideramos que los talleres se deben realizar, ya que es el espacio en el cual logramos encontrarnos con algunos y reencontrarnos con otros, momento de intercambiar experiencias y opiniones, sumamente enriquecedoras para nosotros. Por la mañana, y seguramente se extienda, esta planificada la Asamblea del Movimiento Nacional de Murgas, y la idea es continuar los tres ejes que se trabajaron en Suardi: La ley del Feriado de carnaval, La organización de Corsos, y El murguero- militante. También se esta armando una charla, sobre historia del carnaval, y hay algunas ideas mas dando vueltas. Ya más cerca de que se largue la marcha hay talleres de percusión, baile, canto, maquillaje y algunos más.

CRONOGRAMA

Este año la Marcha será de una única jornada, no se alojara a las murgas y todas las actividades están planificadas para el mismo día. Veremos si esto se modifica para los años siguientes.

Ø 10 hs : comienzo de los talleres de carácter “teórico”(movimiento nac de murgas, dentor de esto esta organizacion de corsos, el murguero como militante social y ley del feriado del carnaval, Y ALGUNA COSILLA MAS)

Ø 13 hs: Compartiremos un almuerzo a la canasta.

Ø 14 hs. Comienzo de los talleres de carácter “practico”(aca hay varios, como baile para iniciarse, canto uruguayo y un par mas de cosas)

Ø 16 hs. Marcha Carnavalera

Ø 20 hs. Fin de la marcha, comienza el “gran corso gran”

Ø Quemamos el muñeco.


ACLARACIONES:

Este año, a diferencia de las anteriores Marchas Carnavaleras, se va a organizar en Bloques

o Bloques de Cuerdas de Candombe, que darán inicio a la marcha.
o Bloque de grupos artísticos: espectáculos callejeros, circo, malabares, teatro, etc.
o Bloque de batucadas.
o Bloques Murgueros, con sus respectivas percusiones, integrados por diferentes murgas y todos los bailantes bailando libre. Cuando lleguen, acérquense a la “mesita de informaciones”, para ir anotando y armando los bloques. Consideramos que de esta manera (dejando de lado los desfiles) intentamos romper con la dicotomía actor-espectador y damos la posibilidad de que todo aquel que no sea murguero y se quiera sumar, pueda hacerlo sin romper la “estructura de los desfiles”. Nos parece una opción interesante el buscar incorporar a la gente que siempre se acerca, a marchar con nosotros, a que sean parte del juego, bailando, ayudándonos con las banderas, como se nos ocurra.

Después de la Marcha, en el escenario que va a estar sobre calle 50, se van a presentar algunas murgas y algunos espectáculos más.

Para finalizar la jornada, y como es característico de la Marcha Carnavalera, la clásica quema del muñeco. Y el desborde de alegría y euforia que nos caracteriza.





jueves, 25 de octubre de 2007

La Murga de Pedro Orgambide (1976) Parte I

El estandarte bamboleaba, rítmicamente, su calavera. Al compás del bombo, los indios avanzaban hacia la ciudad, en rápidas, elásticas contorsiones, mientras el director, con su lanza -un palo de escoba con asta de lata- señalaba a lo lejos, el resplandor de la fiesta. Su mujer, con un chico en los brazos y una pulsera de hueso en el tobillo izquierdo, se balanceaba, obscena, ante la mirada divertida de los parroquianos en un bar que, a su paso, le tiraron maníes y le gritaron mona. Eso fue el comienzo de las incidencias ( o el pretexto, quizá ) del malentendido.Los indios, humillados por la insolencia de los gringos- casi todos eran gallegos y portugueses afincados a un costado del riachuelo- entraron en el bar “ buenos aires ” a pedir explicaciones. Pudo ser el aspecto feroz de los visitantes (es probable) la falta de un lenguaje común, lo que torno confusas las acciones- como dijo después un comentarista de fútbol. Lo cierto es que el patrón del establecimiento, un tal Garay, ordeno a sus mozos atrincherarse detrás del mostrador. Entretanto los indios se ubicaron en las mesas, golpeteando con sus manos, palos y sonajas, pidiendo vino a gritos, exigiendo justicia. Garay llamo a uno de sus mozos y le ordeno que se comunicara con la comandancia, pero cuando fue hacia el teléfono, un botellazo lo disuadió. Los españoles al ver caer su primera victima, respondieron al ataque y alguien nombro a castilla en medio del tumulto. Impasible, Gardel sonreía desde el almanaque. Quiso la mala suerte que alguien actuara de mediador invocando al dios de los cristianos. Un flaco vendedor de biblias conocido en el barrio por sus delirios místicos y su tendencia a la misericordia, oraba entre los sitiados y los invasores, reiteraba la frase del Mesías, aquello de amaos los unos a los otros. Silbo en el aire una boleadora pampa y el místico cayo, con el cráneo partido. “bestias sin dios”, gimió Garay detrás del mostrador. Su lugarteniente, su socio, su primo, fue hasta la caja registradora para evitar el robo. Otro, con el extinguidor en la mano, se abalanzo, decidido, hacia las llamas.Borrachos, cansados, victoriosos los indios continuaron su marcha. El incendio ya era memoria y, cuando subieron la loma del Parque Lezama, algunos se tumbaron, panza arriba, los ojos fijos en la cruz del sur. La frescura de la noche, el olor tibio de las plantas, la cercanía del rió, todo hizo posible el acoplamiento de los cuerpos. Nadie reparo en esa mujer blanca ( la habían arrastrado de los cabellos al salir del almacén ) que ahora se tiznaba y ahumaba cuerpo en un voluntario acatamiento a la ley de la tribu. Tampoco ella recordaba otra cosa que no fueran esas manos oscuras y esos dientes muy blancos del hombre que la tomo en la loma. Siguieron, pues, la marcha, aliviados de penas y remordimientos. La mujer del director ( algunos la llamaban madre ) repartía matracas y cornetas entre los chicos; atrás iban los viejos, la chusma que imitaba, sin fuerzas, la danza de los jóvenes. A los saltos, como quien doma un potro, los guerreros bailaban al compás de los bombos. Entraron en San Telmo.Los recibió un balde de agua, un improperio, varias pedradas, un viejo con peluca que disculpándose, les dijo que los había confundido con otra comparsa, la de los ingleses, que venían metiendo bochinche desde el rió. “ con ustedes no es la cosa –dijo- somos todos hermanos”. Hablaba bien el viejo, tanto que ellos sintieron una especie de dicha, algo parecido al respeto por sus pilchas mugrientas. Contentos, locos de gusto, esperaron la entrada de la comparsa enemiga, lujosa de banderas, de uniformes colorados, charreteras y fanfarria. Los que vieron aquello dicen que las mujeres y los chicos tiraban agua desde las azoteas. Los exagerados, los fanáticos, aseguran que vieron caer aceite hirviendo. De todos modos, se peleo lindo en San Telmo durante horas y horas; la comparsa de un lado, la murga del otro.Esos eran carnavales, no los de ahora. El director ( lo llamaban jefe ) llevo a los suyos mas allá de Palermo. Y allí siguió la fiesta, pero ahora con cantos, vino, mujeres, carne, todo a lo grande, a lo criollo. Se bailo mucho, entre asadores humeantes, mientras los chicos jugaban a la pelota con las vejigas hinchadas de aire que traían de los mataderos. Algún cajetilla ( nunca faltan críticos cuando un pobre se divierte ) frunció el ceño ante el espectáculo. “paciencia –dijo el jefe- el se la busco”. En broma, como quien no quiere la cosa, le bajaron los pantalones y le escupieron allá donde usted sabe, y lo patearon un buen rato y lo dejaron tumbado en una zanja, por marica y jetón. El baile siguió y, según dicen, los tambores se oyeron en toda la ciudad.Ellos querían llegar a la avenida de mayo, pero tuvieron que demorarse en flores, en coros vecinales, en competencias sin ninguna importancia. Así vieron pasar las carrozas virreinales, los cabriol, los landó, los humildes coches de plaza, las ruedas tapadas de serpentinas. Por juego o por ofensa, alguien los provocaba tirándoles papel picado cuando abrían la boca, restregándoles un plumero en la cara. Las murgas iban perdiendo prestigio y las comparsas ganaban el favor de la gente decente.De todos modos, ellos le daban al bombo y seguían bailando. Unas monedas tiradas con desgano fue la paga que recibieron por su danza, a la que tuvieron que acompañar, para darle el gusto a los clientes, con versos zafados y gestos procaces.Sin embargo, el estandarte de la calavera continuaba inspirando miedo a los mirones; un miedo inconfesado en tanta mascarita feliz, llena de tules, perfumada con el éter del pomo. Miedo si, aunque todos se rieran de los indios, que seguían domando, en la calle, un potro invisible.Entretanto, Garay, sobreviviente del incendio del riachuelo, informaba a la policía sobre aquel desdichado suceso, y una patrulla se lanzaba sobre el Parque Lezama con bombas lacrimógenas, palos y perros. Fue una búsqueda infructuosa, una operación inútil. No obstante, los perros olfatearon el rastro que los llevaba hasta San Telmo. Allí, el subcomisario, hizo una inspección ocular y tomo declaración a un anciano que converso una descripción prolija del encuentro con los ingleses. En la comisaría, entre unas prostitutas borrachas y un formal reducidor de oro, el viejo contó otra vez la hazaña de la murga. Un joven oficial advirtió ciertas contradicciones, ciertos anacronismos en la declaración del viejo. Quedo incomunicado, mientras gritaba su verdad y pedía una manta para cubrir su cuerpo. Sin domicilio ni oficio conocido ( mas tarde se supo que había escapado del manicomio de Vieytes ) el viejo juraba por dios que no mentía, que tenia doscientos años, que todo lo dicho lo había visto con sus propios ojos. A la mañana murió; de frío, seguramente

La Murga de Pedro Orgambide (1976) Parte II

Poco mas tarde, se presento en la comisaría un ingles alto y bien vestido, representante de la comparsa. Pidió garantías para su gente y dijo algo acerca de daños y perjuicios y menciono a la reina. El sargento dedujo que se trataba de la reina del carnaval y comento a un subordinado: “el gringo esta en pedo”. Sin embargo, acompaño al representante hasta la puerta, y cuando el otro traspuso el umbral, le hizo la venia, “...por lo que putas pudiera...”, medito.Esa noche la murga avanzo, cautelosa, hacia el centro. Pero el jefe advirtió un sospechoso movimiento de carros de asalto ( disimulados con serpentinas, guirnaldas y mascaras ) y prefirió explorar un terreno conocido, menos hostil. Ordeno entonces dirigirse al Parque Retiro, por las calles del Bajo, y evitar, en lo posible, todo contacto con las suntuosas comparsas de la Plaza San Martín. Por su parte, la Madre repartía golosinas a los chicos de las villas de emergencia, que se sumaron gozosos, a la Murga. Los Indios entraron al parque haciendo sonar sus latas y sus palos, enarbolando su estandarte sobre los conscriptos, las sirvientas en su día de franco, los provincianos que bajaron de los hoteles de Alem, algunos en camiseta con la toalla sobre el hombro, a medio afeitar, otros vestidos de azul, como para casarse, con el pañuelo volcado sobre el bolsillo superior del saco; todos amigos, siguiendo las cabriolas de la murga. Ahí nacieron los cantos que mas tarde escucharía la ciudad, la jubilosa marcha que coreaban los viejos y los chicos con idéntica unción. Todos subieron a la montaña rusa, en carros que chirriaban cargados de gente, y jubilo, y gritos e insolencia. En lo alto, el jefe enarbolo su lanza, señalo la ciudad, todavía extranjera para el, vio, adivino el futuro de esas calles que había recorrido con la murga.Los perros le seguían el rastro. Ladraron, en Palermo, a las sombras de sus hombres, mordisquearon los restos del festín. Los oficiales, acompañados de algunos civiles –Garay, el ingles y otros damnificados- revolvían en la basura. Una encontró la pulsera de hueso de la madre, el gallego una peineta que había pertenecido a su mujer, y que el beso llorando, entre tanta inmundicia. Alguien afirmo que habían tirado a un hombre en una zanja, otro dijo que rompieron faroles y que orinaron en un monumento publico, una mujer cuchicheo en la oreja del mas joven de los policías y este anoto “acciones incalificables, malos tratos” mientras se ruborizaba. La noche, mas allá de Plaza Italia ( entre la estatua de Garibaldi y el puente de Fierro de Pacifico ) olía a cerveza, a mujer, a chamamé, a amueblada, a sudor, a manoseados billetes, a pizza, a mingitorio, un perfume procaz que el olfato de los perros aspiraba en busca del rastro de los Indios.Ladrando, babeando de sed, los perros se internaron en el bosque. Atrás, las linternas de los policías, como luciérnagas, parpadeaban entre los árboles. Garay, armado de una espada (quizá fuera un cuchillo de almacén, era difícil distinguir en la oscuridad ), clamaba contra las bestias sin dios. El ingles, exaltado y probablemente borracho, injuriaba en su idioma a los hijos del país, a los salvajes que lo habían humillado. Con sus binoculares sobre el pecho, juro reconquistar la ciudad, doblegar el orgullo de los nativos. La luna, roja como una sangrienta premonición, apareció arriba del puente con el silbato de una locomotora.La madre, con los brazos en alto, la luna en el medio, pontificaba sobre una mesa de fierro, rodeada de su gente, de viejitas que le besaban las manos y le pedían cosas, milagros casi, que ella repartía generosamente. ( pero quizá esa es la imagen de otra, noche, no de aquella en el parque retiro ) los indios, con la boca llena de pochoclo y manzanas asadas, subieron a los juegos. Querían llevarse los autitos. El jefe, desde el látigo, les ordeno prudencia. Las mujeres, con los vestidos levantados hasta la cintura, daban vueltas allá arriba, en los aviones. Entro la murga en el salón de los espejos y los gordos se vieron flacos y los pobres se despertaron ricos, y de esa confusión, de esa ilusoria beatitud, el jefe saco una esperanza, proyecto su fe, la contagio a los suyos. La murga se adueño entonces de los rifles de los kioscos; los tiro al blanco quedaron despoblados, empobrecidos en mitad de la fiesta. Se formaron grupos de defensa, se temió por la propiedad privada, por los excesos de una turba que bailaba bajo la calavera y que ahora, ebria de confianza, se lanzaba al asalto de la ciudad.“ Hay que levantar los puentes”, ordeno el comisario. Garay, como de piedra, frente a la casa rosada señalo con el cuchillo aquello que, al principio pareció un sueño. Los indios refrescaban sus pies en las fuentes de la plaza, pedían a su jefe, que en el tumulto había desaparecido y, según decían, estaba prisionero. Con horror, Garay recordó a Gardel, sonriente y compadrito, en el almanaque. Ahora estaba allí, en el balcón de la plaza, con los brazos en alto. De vergüenza, de miedo, cerro los ojos. Vio (dos veces vio su muerte ), como incendiaban el boliche y salían con las antorchas, ofendiendo a su Dios. El vendedor de biblias, arrodillado frente a la catedral ( o quizás todavía estaba allí, en el almacén rezando entre los botellazos ), se desplomo de una pedrada. Alguien dijo que estaban quemando la bandera.Como en toda historia, como en toda vida, los datos son imprecisos. Según dicen, la madre murió misteriosamente al ver amenazada la suerte de sus hijos. Estos levantaron altares en las plazas, rezaron durante horas, velaron su cadáver bajo la lluvia que apagaba los últimos fuegos de esa noche. Según otros, tal devoción fue una herejía, un acto de barbarie. Dicen que al terminar el carnaval quemaban muñecos de paja vestidos de cura. Pero bien puede ser esta una calumnia de la señorita del Corso de San José de Flores, un infundió de las mascaras de la plaza San Martín, que bajaron hasta el parque de retiro montadas en los carros de asalto de la policía. Es difícil saber a que hora llegaron los perros allí, en que preciso instante la pesadilla se transformo en historia. Se asegura que alguien robó el cuerpo embalsamado de La Madre y lo arrojo al río; otros lo niegan o callan por ese pudor que despiertan los muertos. Lo cierto es que cuando comenzaron los disparos, cuando se oyó el crepitar de las ametralladoras y el estallido de las bombas, la murga bailo con mas fuerza que nunca, con una energía multiplicada por la sangre y el pánico; bailo, mientras caían, uno a uno, sus hombres, felices y fanáticos bajo el estandarte de la calavera; al compás del bombo los Indios danzaban, con rápidas y elásticas contorsiones, mientras el Jefe, con su lanza –un palo de escoba con asta de lata- señalaba, a lo lejos, el resplandor de la fiesta.

jueves, 30 de agosto de 2007

A Proposito del Corso y el Carnaval...

Como bien lo dice la seccion esta es la parte de este espacio que intentamos construir con la murga en que ponemos y dicutimos material murguero, ya sea de historia, o actual que nos sirva para entender mejor no solo el momento de la murga sino que tambien a avanzar en la construccion del espacio fundacional de la murga El Corso...
Y en este momento en el que en capital se esta dicutiendo que Carnaval se quiere, me parecio interesante sumar estas palabras de Ariel Prat, que pupita subio al grupo Murguero Dalemurga y que me parecen muy interesantes como para empesar y que sean base de la discucion...

Desde Huesca (España)

Todo dura tan poco en estos años de época de ídolos de pies de barro, héroes del estadio y rítmicas de laboratorio, que a menudo son el soporte de experimentos culturales, no menos nocivos que un derrame de plutonio u otras gentilezas del capital al que nunca tendríamos que dejar de combatir.

Es maravilloso comprobar con el paso de los años que una expresión tan criolla (no es mi intención prodigarme en la alquimia de nuestra propia murga, ese es un tema sin solución de continuidad que importa, pero no ahora, se que muchos de ustedes tienen algo que aportar al respecto y enriquecerá el viaje), por fin extendida por todo el territorio desde una ciudad increíblemente expuesta y receptora a cuanto vino del mar, sea de la vieja Europa o desde África, ombligo incuestionable de todo tambor; se transforme dicha expresión en un género tan poderoso y omnipresente en la vida social y cultural del país.

Con todos los condimentos de esa vital recepción, con todas las miradas y todas las influencias posibles, como era y es de esperar, porque el propio nacimiento de esta nación y su desarrollo en plena escritura, le va dando a la Murga Argentina su personalidad incuestionable. Desde la humilde murguita de esquina que apenas tiene para el estandarte, en donde cientos de miles de pibes sueñan con mostrarse bajo la levita empapada en cada noche de carnaval, pasando por esa agrupación que se apoya también en instrumentos y trabaja ensayando pasos y coros en la semana hasta la que sale desde el dolor de una perdida o el fragor de una lucha, todas y cada una de ellas representan un corazón que como debe ser, aporta lo suyo en un organismo compuesto de cada órgano para dar vida, en medio de virus y de bacterias lógicas que atentan el equilibrio, aquí estamos dando pelea y a pesar del abandono y marginación, ¡con mucha salud!

No deberíamos olvidarnos de nadie y dejar que cada murguer@ asuma su rol, que cada murga tenga su rasgo, quienes quieran vivir de ella o elijan solo vivir por ella, quienes vean en la murga un instrumento de lucha otros verán en la suya un instrumento de alegría para cuatro días locos. Es una expresión popular que debe tener cabida para todos y sin pedir permiso ni rendir exámenes, que si algo nos caracteriza es eso, la libertad total, en cantidad, en movimiento, en género humano, en cantar como se quiera lo que se quiera ante quien quiera o no quiera oír…
Por aquí estamos algunos como yo, que llevan la murga en el ADN y ¿como no cantarla o componer con ella al lado?, como el mate o la pelota, la murga está en la foto siempre y a veces hubo que ir a buscarla al baldío, media cachuza y desgajada pero ¡que linda patearla y gritar el gol soñado!

Muchach@s: Que todo dure tan poco pero que nuestra murga no solo siga, sino que haga posible encuentros como estos es el síntoma de que estamos con vida. Ya pasamos aquello de que si bailábamos murga en la calle fuera de carnaval corríamos el riesgo de ser llevados en cana por portación de ritmo y cometer un delito de “lesa urbanidad”, que bueno. Es realmente saludable y a pesar de estar ahora a miles de kilómetros, huelo y palpito ese crecimiento traducido en este congreso que saludo con sana envidia pero haciendo tres saltos en este estudio de una Europa que ya está enterándose que algo pasa en el patio de casa y ¡está tan vivo o más que el tango!

¡Abrazo matanza y besos!

Ariel “negro” Prat

domingo, 29 de julio de 2007

Historieta de Carnaval...

Para inaugurar esta nueva etapa del Blog nos parecio oportuno empesar con un clasico de la Murga y que de la mano de dos maestros...
Haciendo Clik en la imagen la agrandas asi la lees...